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“La música salva almas pero despierta demonios”

Actualizado: 14 mar 2019

Entrevista a Dennis Dañobeitía, creador y director de la Corporación Fonográfica Autónoma (CFA), una editorial de música que durante más de 20 años ha registrado discos de cientos de bandas nacionales.


por Salvador Carmona Schönffeldt


Dennis Dañobeitía

Por años lo hemos visto en Santiago de Chile, sentado en un improvisado stand en medio de una tocata, acompañado con un maletín con CD de bandas nacionales y vestido con sus clásicos pantalones patas de elefante.


Se trata de Dennis Dañobeitía, creador -junto a los Fiskales Ad-Hok- de la Corporación Fonográfica Autónoma (CFA), una editorial de música que durante 20 años ha registrado los discos de cerca de 200 bandas nacionales.


Su experiencia es un verdadero aporte al patrimonio musical del país y aquí nos deja algo de sus vivencias.


¿Cómo surge esta iniciativa?

Lamentablemente hay que partir por la dictadura (1973-1990), ya que la historia y geografía determinan al hombre en todo sentido. Ese período determinó muchas cosas en este país, sobre todo en la cultura, ya que reprimió muchas manifestaciones artísticas. Una vez que eso pasó, surgieron varios movimientos y fórmulas de poder hacer arte y cultura. En el caso de la música, empezaron a realizarse más tocatas.


Un impulso para la música.

Pero ahí también sucedió un fenómeno comercial. Las grandes casas discográficas internacionales como Warner, Sony y BMG, empezaron a interesarse en los nuevos mercados y crearon pequeñas sedes o subsidiarias, que son sellos chiquititos o a escala local. Así entraron comercialmente al país, con oficinas instaladas en Santiago.

CFA Discos

¿Y qué pasó con el negocio?

Ese proyecto fue fallido ya que las grandes casas comerciales discográficas no lograron financiar sus pequeños sellos. Los discos que lanzaban no daban para pagar ni un departamento del gerente de la subsidiaria. Por lo que invirtieron, financiaron muchos discos y después se fueron…


¿Con los discos?

Claro. Ellos dicen “vamos a hacer un negocio a Chile pero como no nos funcionó, nos vamos pero con lo que hicimos”. Por ejemplo, en el caso de los Fiskales y otras bandas, nunca más pudieron reeditar los discos que financiaron estas casas discográficas. Entonces las bandas quedaron desamparadas, ya que solo existía Alerce, como sello independiente.


Era un gran problema para la música nacional.

Ahí se generó el ambiente y las condiciones como para que las bandas, junto con algunos productores, comenzaran a desarrollar sellos, plataformas o relaciones para poder sacar los discos. En esa época no había internet, celulares, ni computadores. Era muy difícil y caro grabar un disco. Podías hacer uno o dos al año. Y no se vendían mucho, porque eran cassette.


¿Y las nuevas tecnologías?

Yo creo que el paso cuantitativo y cualitativo fue fuerte e importante cuando la tecnología se democratizó, cuando entró internet y los computadores. Ahí pudistes hacer un disco en la casa y lograstes registrar o hacer preproducciones en computadores que tenían plugin. O sea, descargando una pequeña mesa en tu computador ya podías grabar. Las bandas que requerían un estudio de grabación, con varias personas tocando en una sala, también se democratizó: con el computador y los micrófonos podías grabar y registrar cualquier cosa.


Así nace el nuevo sello.

A fines del 96 y principios del 97, Fiskales Ad-Hok me invitó a participar en un proyecto y nos planteamos: inventemos un sello, hagamos una plataforma y comencemos a registrar bandas, porque necesitamos que se registre el movimiento underground.


¿Y el nombre?

En esa época éramos un puto sello chico de punk y apostamos a jugar con un nombre en grande. Le pusimos Corporación, porque sería transversal; Fonográfica, porque viene de los fonogramas; y Autónoma, porque eso era. Cuando nos convocamos, además de Fiskales, estaba Supersordo y Políticos Muertos. Entonces, uno de los diseñadores presente en el lugar jugó con el logo. Si lo ven, es una sierra circular que va cortando una madera y que está diseñada como un disco.


De ahí, a registrar…

Entonces empezamos a grabar y al principio fue en cinta. Fue caro y difícil. El proceso era grabar un par de discos y luego tratar de recuperar la inversión con las ventas. Después tuvimos nuestro propio estudio de grabación, por siete años abierto y donde hicimos muchos discos. Logramos desarrollar una fórmula para realizar proyectos y mostrarlos a la gente. Estábamos convencidos que grabar y forrarse con una banda estaba bien, pero lo fundamental era dejar un registro. CFA entró en esa dinámica y lleva 20 años haciendo lo mismo. Somos uno de los sellos independientes que más registra hoy en día.


¿Y el financiamiento?

CFA es transversal, no piramidal. Cada persona que grabe un disco o participe en un proyecto de CFA es dueño de acciones en función al aporte que hizo del disco. Las fórmulas son infinitas. Lo más funcional es que CFA pone su plataforma de descarga y de funcionamiento, las bandas ponen el master y a media editamos y nos pagamos de inmediato con discos, para no debernos dinero.


¿Tienen algún filtro con las bandas?

Como CFA, yo no soy crítico de música. Yo hago discos. No te voy a decir si una banda es buena o mala. Soy editorial de música. Si me traes un proyecto en el cual podemos financiar la descarga en plataforma virtual y fabricación de discos, estamos adentro. En ese sentido yo creo que la música es lo que nos convoca. No hay un filtro de si me gusta la banda o no, sino que como nos jugamos las fichas en esta pasada.


¿Pero alguien podría quedar afuera?

Que no sean fachos. No podría hacer un disco facho. Yo creo que la música, como dijo un amigo, salva almas pero despierta demonios también.


¿Y por tipo de música?

Inicialmente, por postura trabajamos con el punkrock y con el metal, porque era donde nos inclinábamos en esa época. Más que hacer un disco, era la postura social política. Después de 20 años y como ha evolucionado la sociedad chilena, se ha ido abriendo. Ahora, además del punkrock, pasamos por cumbias y llegamos a la música electrónica.


Imagino que en estos años hubo dificultades.

Primero las lucas, lucas, lucas. Después el compromiso. Ahora vemos como bandas llegan a golpear la puerta. Ya creen en nuestra plataforma y en lo transversal de CFA. Y que es real. La gente con la que trabajamos en CFA es auténtica. Y así ha ido evolucionando, desde una corporación fonográfica, después como sello independiente, luego como autogestión y hoy en día como una editorial de música.


¿Qué opinas de los escenarios para tocatas en Santiago?

La música no es nada sin un escenario. Es súper importante que las bandas se muestren y toquen. Y siempre les digo ¿Cuál es la clave? Tocar, tocar y tocar. Pero, para mí, hay muchos lugares que son llevados por hueones que no están comprometidos con el desarrollo de la música en Chile, salvo excepciones. A ello se suma que hay algunos locales diseñados sólo para gente consagrada. Por ello, la plataforma de locales para tocatas de música en vivo no es suficiente. Faltan lugares.


¿Y la ley del 20% de la música chilena?

El problema es que muchas emisoras tocan a los mismos hueones de siempre y no se abren a las nuevas bandas. Y ese es un problema ya que… ¿Chile país de poetas? ¡Pico!. En Chile hay más músicos que poetas.


Tras una pincelada por los 20 años de CFA, Dennis o el “gato místico” -como lo denominan sus amigos- cuenta que le gusta el folclore, mientras toma su pesada maleta con los sonidos de la ciudad y nos invita a descargar los discos del sello en www.cfadiscos.cl.


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