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Subiendo la Torre Eiffel

La simbólica estructura de París anualmente recibe a siete millones de visitantes y es un imperdible para quienes buscan contemplar la capital francesa desde las alturas.

Por Salvador Carmona Schönffeldt


Cuando te pierdes por las calles de la vieja ciudad de París y desde algún rincón se asoma parte de la Torre Eiffel, las ganas de acercarse al mítico monumento francés invitan a acelerar el paso.


Al llegar a Champ de Mars, nos recibe un parque con una alfombra de pasto que tiene como destino la torre levantada por Gustavo Eiffel para la Exposición Universal de 1889, donde conmemoraban el centenario de la Revolución Francesa.


Los miles de turistas que transitan por ahí no paran de tomar fotos, de posar para sus “selfies” o grabar el histórico momento frente a la estructura de 324 metros.


Al aproximarse al monumento, se presenta el primer cordón de seguridad donde revisan carteras, bolsos y te examinan con detectores de metales, tras lo cual ya estas debajo de la estructura de fierro, donde otros tantos viajeros y viajeras registran la escena.


En esta zona, en que la entrada es gratuita, hay puestos de comida, baños o locales para comprar recuerdos de la visita.


Si decides subir tienes varias alternativas ya que puedes alcanzar solo el segundo piso o llegar a la cumbre. Esta última muchas veces colapsa por la cantidad de personas y debe cerrar sus puertas, por lo que se recomienda llegar temprano. En temporada alta (14 de junio al 31 de agosto) abre a las 9.00 y cierra a las 00.45, mientras el resto del año la apertura es a las 9.30 y cierra a las 23.45.


Para el ascenso puedes:

1.- Subir a pie hasta el segundo piso (10,20 euros).

2.- Subir en ascensor hasta el segundo piso (16,30 euros).

3.- Subir a pie hasta el segundo piso y luego en ascensor hasta la cumbre (19,40 euros).

4.- Subir todo el trayecto en ascensor (25,50 euros).


Para adquirir la entrada lo puedes hacer previamente en la página www.toureiffel.paris donde te permite fijar un horario y evitarás las interminables y agotadoras filas para comprar un ticket. Justamente, muchos desertan en la fila, hay malas caras y enojos cuando en los carteles dice que la cumbre está cerrada. Ahí, muchos se van alegando con la intención de regresar al otro día.


Para los que se quedan, deben pagar su entrada y pasar un segundo anillo de seguridad muchísimo más estricto, para luego comenzar el ascenso.


Al llegar al segundo piso la espera valió la pena. Contemplar la ciudad, con sus monumentos, calles y parques, acompañado del transitar de botes por el río Sena, será seguramente una postal que difícilmente se olvida.


Puedes rodear la estructura para registrar en la memoria todos sus puntos cardinales. Te puedes quedar con la vista pegada varios minutos en algún paisaje y puedes escuchar las historias de los guías que te enseñan sobre la torre y la ciudad. Luego, para ascender a la cumbre, debes esperar un nuevo ascensor.


Para los amantes de compartir todo en redes sociales, la zona cuenta con wifi gratuito por lo que es llegar, poner cara de "selfie" y subir el mono a Instagram.


Si eres cachurera o cachurero o debes llevar algún recuerdo, hay tiendas con souvenir que van desde los dos euros.


Y si te dio hambre la espera, puedes reservar una cantidad de euros para comer un macarrón de chocolate, frutilla o limón a dos euros cada uno; un menú a 13 euros o una porción de papas fritas a 4 euros. También hay restaurantes de cocina francesa de la mano de reputados chef.


Para hidratarse, la cerveza no podía faltar y desde 5,5 euros puedes pillar una fría. Las bebidas y helados están a 3,5 euros y el agua a 2,5 euros.


Para los románticos, dos copas de champagne por 21 euros y si quieres beber solitariamente, la copa está a 12 euros.


Por las noches se presenta un show lumínico que se puede contemplar desde diversos puntos de la ciudad luz o lo puedes disfrutar desde el mismísimo balcón de París. En el lugar que sea, ¡Salud!

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